Cómo gestionar las contraseñas empleando el navegador
Los expertos lo tienen claro: es necesario emplear una contraseña específica para cada servicio y repetir la misma para todos es el preludio de una desgracia si alguna de las cuentas se ha visto comprometida en un ataque. Las contraseñas deben ser además complejas (combinando, a poder ser, caracteres, números y símbolos y que no tengan relación con ningún dato nuestro), y en definitiva, que resulte francamente difícil no solo descifrarlas, sino también recordarlas. Así las cosas ¿cómo podemos gestionar una información tan compleja y sensible?
La mejor opción, sin lugar a dudas, es utilizar un gestor de contraseñas, un servicio que almacena por nosotros de forma cifrada cada contraseña e incluso nos sugiere algunas muy sofisticadas cada vez que accedemos a un servicio nuevo. La ventaja de este tipo de servicios es que el usuario se despreocupa por completo de almacenar y memorizar las contraseñas ya que una app lo hace por nosotros de la manera más segura posible. Pero por lo general, estos programas implican una suscripción mensual que no todo el mundo está dispuesto a asumir y existe una alternativa, menos segura, eso sí, gratuita: emplear los navegadores para esta tarea.
Muy cómodo pero… ¿seguro?
Los principales navegadores del mercado ofrecen la posibilidad de almacenar las contraseñas en sus servidores y lo hacen de una manera transparente para el usuario: una vez haya accedido a la cuenta del navegador (Google en el caso de Chrome, iCloud en Safari, cuenta de Microsoft en Edge y las propietarias de Firefox y Opera), el propio software nos preguntará si desea que recuerde esa contraseña para nosotros. Si accedemos a ello, el sistema almacenará las credenciales en sus servidores, de forma que si nos conectamos desde otro dispositivo (por ejemplo, el móvil), recuerde las claves de acceso de los diferentes servicios. Huelga decir que es necesario emplear el mismo navegador en todos los dispositivos para que los datos se sincronicen.
Algunos navegadores incluso nos sugieren contraseñas seguras (ya se sabe, largas y complejas) en los sitios que accedemos por primera vez, de manera que luego los almacena en su base de datos. Para recuperar estas contraseñas basta con visitar de nuevo ese sitio para que el sistema nos sugiera el acceso y rellene los campos por nosotros; otra forma de acceder a las contraseñas es a través de las preferencias del navegador , aunque este proceso es más tedioso. Como se puede apreciar, se trata de un sistema tremendamente cómodo pero… ¿es seguro?
Los expertos recomiendan encarecidamente, como hemos apuntado, emplear gestores externos para el cuidado y mantenimiento de las contraseñas, y con los navegadores se da una extraña circunstancia: pueden ser más seguros ya que nos facilitan el empleo de combinaciones complejas de caracteres y el uso de una contraseña por servicio, pero cuentan con un gran punto flaco, en especial para los más descuidados. El problema reside en que las contraseñas permanecen accesibles aunque el usuario se aleje del ordenador, con lo que cualquier otra persona que emplee después ese ordenador puede entrar en las diferentes webs si no tenemos cuidado.
Precisamente Google se vio envuelta en una controversia al cambiar la operativa de su navegador Chrome precisamente para evitar estos despistes y no comunicar el cambio convenientemente. De esta manera, emplear la gestión de contraseñas del navegador siempre será mejor que utilizar métodos tradicionales (una única contraseña para todo, referencias personales, etc.), pero tendremos que estar seguros de que somos los únicos usuarios de ese ordenador, o bien cerrar la sesión en el navegador al salir.